NADA
- Para
escribir nada se necesitan sólo unas cuanta palabras. Que digan nada. De
nada. De ti.
- Escribir
nada sería un asunto de abismos que se alzan en un cuarto sin ventanas y
de puertas abiertas.
- Pensar
en las posibilidades que no van a ocurrir porque de nada sirve que en
estas manos se escriba si no las van a sostener.
- Un
lugar en ningún sitio. Quedarse inmóvil. Decir: nada. Y el viento
amortiguando el vuelo del ave.
- Esperar
todo cuando terminamos siempre con las manos atascadas de nada.
- No
saber qué se va a escribir desde el inicio. No saber nada: un puñado de
letras que están por significar. Quizás todo, quizás nada.
- Y
entonces, cuando por fin ocurra lo que está por ocurrir, se abrirá un
espacio entre la palabra ajena y la propia, le llamarán: La Nada.
- Abrir
la palabra nada: destriparla, despellejarla, hacerla nada. Que sea un eco
conteniendo lo que siempre quiso decir.
- Aun
cuando no seamos capaces de pronunciar palabra, eso, lo que no está,
hablará por nosotros. De cuerpo a cuerpo. De nada a nada.
- Una vez
encontrado qué decir nos quedaremos con la nada haciéndonos mella en la
boca.
- Esa
palabra de cuerpo entero que rasga y que al mismo tiempo cava profundo; de
ropas viejas, de modales discretos, de nada.
- Hasta
este punto no se ha dicho todavía ni parte de lo que nada se quiere decir.
- Incluso
podríamos escribir que no hay nada que escribir porque se nos han vaciado
las manos. Porque la lengua nos la han castrado.
- Guardar
en una caja la voz. Enterrarla para que no hable recuerdos. Hacer de
cuenta que se ha marchado siguiendo a aquél que nos dejó nada.
- Llegar
a punto, estar a casi, y aquí exactamente descubrir lo que no hay y no
habrá: nada.
- Pero
para entonces ya habríamos recorrido kilómetros, recortado puentes,
desgastado el tiempo, y sin nada…
- …nos
miraríamos asustados al espejo. Acobardados. Llenos del miedo que se
siente por uno mismo. Ensuciados por nada.
- El
hastío que simula ser nada todo el tiempo.
- Es este
instante donde empezamos por escribirle a la trágica Nada.
- Usted
va a terminar de darse cuenta que las palabras que lee hasta ahora no
tienen ningún sentido. Que no hay nada.
- Al
morir, cuántos no desearán que su epitafio diga: “Aquí yace lo que nada
existió”.
- La
noche está poblada de lo que nada pasó por el día. Por eso el insomne no
duerme, porque intenta construir los hubiera.
- Y si
quisiéramos inventar una palabra que exprese la quietud del árbol mientras
duerme, escribiríamos “nada” en el tronco.
- No
porque no haya nada significa que no existan las palabras para
desperdiciar ciento cuarenta caracteres.
- Del
mudo hay que aprender que nada está dicho.
- La espera
es sentarse a ver cómo nada aparentemente transcurre. Las horas líquidas
absorbidas por el tiempo. Así como si nada.
- Para
viajar sólo necesitamos de la existencia, de una maleta vacía y de un
libro que no tenga nada escrito.
- El
desierto es una enorme hoja polvorienta donde la Nada es siempre el inicio
de la historia.
- Estas
palabras dirán: “Aquí no ocurrió absolutamente nada”. Y se van a ir como
dejando partecitas de ellas.
- Como
dejando piedras para regresar por donde vinieron. De la nada.