ÉDGAR OMAR AVILÉS


LA MANZANA

Cuando dan las doce del día, la hora de las brujas, pero con sol, Caperuza usa una niña para tener cuerpo.
—Ve a llevarle La Manzana a Abuela w9 —le ordena la Madrina. Caperuza usa aquella mano para recibir el objeto. Lo toma con mucho cuidado, no quiere que explote.
Parte con la encomienda; se desliza entre los ocres de las hojas para no ser detectada. Ya falta poco, unos cuantos túneles y pantanos radioactivos... Ya falta poco, cuando es interceptada.
—¿A dónde vas? —pregunta el Lobodehocicorrabioso.
—Voy a ver a mi abuelita…
Y cada quien toma su camino, no quieren ser descubiertos.
Caperuza usa sus habilidades militares para no ser víctima de los pastos envenenados, de las flores mecánicas y proteger a La Manzana. Tras cruzar el último puente de lianas y ortigas, tras el último río de pirañas-cocodrilo, llega a la guarida de Abuela w9. Piensa que todo ha sido demasiado fácil y a Caperuza no le gusta eso.
—Champiñón Dorado —dice y la puerta se abre—. Traigo La Manzana.
—Qué bien, mi nietecita —apremia el Lobodehocicorrabioso, con su tosco disfraz de abuela.
—Aquí te la dejo... Oye, abuelita, ¿por qué tienes tanto pelo?
—Es de familia. Así serás cuando crezcas…
—Abuelita, ¿y por qué tienes esos ojos tan rojos y grandotes?
—Para mirarte mejor...
—¡Uuuuuyyy! —exclama Caperuza, luego pregunta susurrando: —¿Ya estás preparado? —la falsa abuela asiente—. ¿Y por qué tienes esa boca tan grande?
—¡Para comerte mejor!
Y el lobo empieza a tragarse a Caperuza, dejando el cuerpo de la niña sin motor de vida.
Una vez adentro del estómago, Caperuza se encuentra con Abuela w9. Los dos agentes trazan los planes, ya sin el peligro de los micrófonos ocultos:
—Te bajamos al fondo de la falla, luego tú, para accionar la bomba, sólo tienes que hacerte una hendidura y clavártela en el hipotálamo.
—Muy bien, Caperuza. Nos vemos mañana a las cinco de la mañana en la falla de San Andrés.
—¡Perfecto! El Leñador nos llevará, él sabe el punto exacto en donde es más honda la falla.
—Ojalá que ahora sí podamos acabar con este mundo tan horrible…—dice suspirando Abuela w9.
Caperuza despliega el mapa electrónico en las paredes estomacales del Lobodehocicorrabioso. Pero la imagen se ve borrosa. Abuela w9 arregla el problema que hay en los viejos circuitos de la parte cibernética del Lobodehocicorrabioso. Con la proyección del mapa clarificada, Caperuza le explica las minucias del plan.
—¿Y La Manzana resultará suficiente? —pregunta Abuela w9.
—Eso espero: casi un megatón. Es todo lo que pudimos conseguir…
—Ya veremos… El Leñador llegará en unos minutos. Es muy puntal.
—¡Perfecto…! —exclama Caperuza, pero no cree que sea perfecto, sólo es una expresión que suele usar. Ya antes han intentado escapar de ese cuento que se repite como monstruosa tortura, pero siempre a última hora algo sale mal. Y así, con sus esfuerzos, sólo han conseguido ir deformando la historia de tal suerte que cada vez todo les resulta más terrible.