MARCO ANTONIO LARIOS QUIRINO


EL VIAJE

Para E. P. S.


Al girar, el trenecito llegó junto a mí y se detuvo; adentro vi la palanca de velocidades; al lado, una mochila de donde asomaba una pipa y tabaco. Abajo, pedales; colgando, una cadena, el silbato del tren, supuse. En el asiento, una gorra que me quedó estupendamente. Fumé unos instantes y exhalé el humo como si saliera del mismo tren. Al sentarme conocí la comodidad del cuero. La alfombra de mi casa semejaba un valle otoñal. Comencé a andar y aceleré. A toda velocidad, me asaltó el deseo de haber tenido uno igual cuando niño. El viento volaba mi cabello. Entrecerré los ojos: apenas pude ver cuando mi hijo quitó parte de la vía más adelante. Intenté frenar, pero fue tarde, cuando quise sostenerme oí un largo silbido. Mi cabeza dio contra el cristal y volqué mientras mi hijo exclamaba lo fabuloso que había sido su regalo de navidad. Inconsciente, me supe herido. Ojalá hubiera tenido un juguete semejante cuando niño, me dije.